miércoles, 27 de octubre de 2010

El joven

Un día el joven se levantó triste. No es que fuera algo destacable, puesto que en las últimas semanas había tenido con frecuencia estos despertares. Sin embargo, éste era distinto de alguna manera, por alguna razón se sentía más lúcido. Fue entonces cuando se dio cuenta de su realidad.

Creía que su tristeza venía causada por lo imposible de sus amores, por la desesperación, la falta de esperanza, por su forma idealista de ver la vida... Pero esa mañana, cuando despertó se dio cuenta de que eso era precisamente lo que le hacía amar.
No le gustaban los posibles, los probables, los quizás y menos aún los seguros... le gustaba lo imposible; se enamoraba de ello.

Así comprendió que su tristeza, su melancólica espera, siempre estaría presente. Y en el momento que desapareciera, sentiría la inexorable necesidad de volver a ella. Sería una persona de mirada perdida el resto de sus días, esperando algo que nunca llegaría.

Ese día, el joven comprendió lo que significaba el romanticismo...

Paz, amor y miradas perdidas...

lunes, 11 de octubre de 2010

La Verdad


Dicen que los actos definen un hombre. Eso es mentira. Habría que precisar mucho más. El objeto de estudio más interesante en las personas es el interior. Por lo tanto, resulta mucho más definitorio lo que alguien no hace para determinar cómo es. Los actos nos dan la apariencia de cómo es la gente; pero lo que no hace... lo que nunca llegará a hacer, si pudieramos saberlo de algún modo, nos describiría de forma fidedigna el interior.

Por ejemplo: Soy un cobarde.
Una afirmación simple, breve y definitoria.

Podría pasar que, a través de la conducta externa, nunca se llegue a apreciar esta característica. Podría incluso parecer que mis actos, contradiciendo a la realidad, son valientes. Lo curioso es que podría pasar que nunca se supiese la verdad; o podría, quizás, conocerse desde siempre.

Habrá gente que diga que uno u otro acto requiere valor: cambiarse de carrera, salir a un escenario, o arriesgar estúpidamente el físico... Pero no creo que estas suposiciones tengan una verdadera base justificada. Se basan en simples apariencias.
Lo más seguro es que la aparente falta de cobardía presente en estos actos se deba más bien a un total desapego a la integridad, bien física o intelectual, de uno.

Pero la verdad, la que subyace y se esconde en lo más recóndito de cada uno, no puede ocultarse de su único observador (aparente). No podemos engañarnos a nosotros mismos.

Paz, amor y (mano caliente/mano fría)...

domingo, 26 de septiembre de 2010

Tributo

Annabel Lee - E. A. Poe

It was many and many a year ago,
In a kingdom by the sea,
That a maiden there lived whom you may know
By the name of Annabel Lee;
And this maiden she lived with no other thought
Than to love and be loved by me.

I was a child and she was a child,
In this kingdom by the sea:
But we loved with a love that was more than love -
I and my Annabel Lee;
With a love that the winged seraphs of heaven
Coveted her and me.

And this was the reason that, long ago,
In this kingdom by the sea,
A wind blew out of a cloud, chilling
My beautiful Annabel Lee;
So that her high-born kinsmen came
And bore her away from me,
To shut her up in a sepulchre
In this kingdom by the sea.

The angels, not half so happy in heaven,
Went envying her and me -
Yes! that was the reason (as all men know,
In this kingdom by the sea)
That the wind came out of the cloud one night,
Chilling and killing my Annabel Lee.

But our love it was stronger by far than the love
Of those who were older than we -
Of many far wiser than we -
And neither the angels in heaven above,
Nor the demons down under the sea,
Can ever dissever my soul from the soul
Of the beautiful Annabel Lee;

For the moon never beams without bringing me dreams
Of the beautiful Annabel Lee;
And the stars never rise but I feel the bright eyes
Of the beautiful Annabel Lee;
And so, all the night-tide, I lie down by the side
Of my darling -my darling -my life and my bride,
In the sepulchre there by the sea -
In her tomb by the sounding sea.

Paz, amor y romanticismo del bueno...

jueves, 16 de septiembre de 2010

Viento estival

Salí a la calle y tomé una profunda bocanada de aire, entonces fue cuando empecé a entender algunas cosas.
Era septiembre, un buen día de septiembre, y el viento era cálido y reconfortante. Venía seco, del interior, y arrastraba un aroma indescriptible, con matices inapreciables para alguien que tan sólo lo respira.
Pero yo no estaba respirándolo, yo me estaba dejando llevar por el aire y me fundía poco a poco en sus suspiros...
Entonces lo noté. Los matices inapreciables, los juguetones aromas, la tierna calidez, todos me eran familiares. Todos me recordaban a lo mismo.
Aquella tarde de septiembre el viento me trajo el aroma que vuela en el viento primaveral, ese viento alegre que recuerda que el verano se acerca, que llena el alma de esperanzas y emociones nuevas. El aire que anuncia la inminencia del cambio.
Pero era demasiado tarde. El verano estaba acabando. El ventoso fantasma confundía mis sentidos para jugarme una mala pasada. Al igual que vino en primavera para anunciarme el estío, llegó en septiembre para avisarme de su final.
Se rió de mis promesas incumplidas, de los planes imperfectos y de los fracasos anunciados. Se regocijó con mis pesares y me envolvió de luto.
Y así, el viento que me había traído el gozo en el pasado, me recordó que todo lo que empieza tiene su final...


Paz, amor y vendavales...

viernes, 10 de septiembre de 2010

Desde ayer hasta mañana

[...]

La horrenda criatura se acercó lentamente al anciano. Se podía observar una repugnante mueca de sufrimiento en la cara de la bestia y un gesto de infinita compasión en el anciano.
El monstruo abrió la boca y dijo:

─ Padre, lo he vuelto a hacer. Nunca podré cambiar, seré para siempre una bestia despiadada...

El anciano sonrió con tristeza, secó las lágrimas a la criatura y le respondió.

─ Hijo, no importa lo que hayas hecho, al final, si quieres cambiar, tienes que recordar esto:
Olvida el pasado, aparta el presente momentáneamente y piensa en el futuro. Piensa en lo que quieres conseguir, en lo que quieres llegar a ser. Ahora, vuelve a pensar en el presente y lucha con todas tus fuerzas por el futuro que has imaginado, lucha ahora.
No te preocupes si fracasas porque, siempre y cuando hayas luchado, podrás volver a olvidar el pasado y comenzar de nuevo. Lo importante es querer cambiar, el cambio acabará llegando.

[...]

Paz, amor y criaturas imaginarias...

miércoles, 1 de septiembre de 2010

La lucha del guerrero (II)

El guerrero abrió sus ojos, sin comprender dónde estaba. La sombra de una figura se erguía ante él.
Miró a su alrededor, contemplando la escena que le rodeaba.
El panorama era tétrico. Enormes estalacticas de basalto unían el suelo de la estancia con el techo dando la sensación de ser las columnas que sustentaban el alto techo. En las paredes podían adivinarse algunas antorchas, que tímidamente bañaban la negrura de luz. Y en el suelo se veían restos óseos de proporciones anti-humanas.

La sombra se le acercó y dijo:
─ Por fin despiertas. ¿Por qué razón estás aquí, ante El Juez?

El guerrero levantó la mirada hacia la figura, sin ver más que un borroso contorno en la oscuridad y se dirigió a ella con voz trémula.
─ ¿Quién eres? No sé dónde estoy, lo último que recuerdo fue abandonarme y morir.

A la sombra le parecieron brillar los ojos en la oscuridad, un brillo azul... frío...
─ Así que tu eres el que se rindió... ¿Por qué un guerrero que ha luchado toda su vida acaba así?
─ La esperanza─ dijo el guerrero─ luché por ella toda mi vida y al final la perdí. No es justo luchar por algo que no te recompensa de ninguna manera, no creo que nadie sea capaz de luchar eternamente sin recibir nada a cambio. Mi esperanza nunca se vio favorecida por los hechos y finalmente se apagó como una vela al viento.

En el contorno sombrío empezó a distinguirse una extraña mueca, una especie de horripilante sonrisa, cruel y despiadada.
─ Toda una vida luchando por la esperanza, y aún no la comprendes en absoluto... Qué irónico.

El guerrero se levantó furioso y desenvainó su espada.
─ Estoy harto de vosotros, los dioses, y vuestro eterno halo de superioridad.
Descargó un certero golpe sobre la sombra y ésta desapareció.

Un sonido gutural sonó a su espalda, con una extraña similitud a la risa. Antes de que pudiera reaccionar notó una fría mano en su hombro y cayó al suelo de rodillas, soltando en la caída el arma.
─ Ya no estás en el reino de los vivos, ni siquiera en el de los muertos; estás aquí para aprender tu gran error. No soy un dios, pero aquí, en mi casa, mando yo; y no te irás hasta que aprendas la complejidad de la esperanza.

─ La esperanza es algo bello por lo que luchar, algo digno y honorable.
─ ¿Lo es?
─ Claro, cómo podría alguien decir lo contrario... Sin esperanza no hay nada.
─ Ahí estamos de acuerdo─ otra vez sonó esa risa gutural─ sin esperanza no hay nada, pero ¿es algo tan bello por lo que luchar? ¿Nunca te has parado a pensar en que la esperanza es un arma de doble filo?
─ No entiendo.
─ Claro que no entiendes, nunca quisiste entender. Luchaste por algo que no comprendías, no me extraña tu fracaso.
─ ¿Qué quieres decir?
─ La esperanza, joven guerrero, es como las sirenas. Un bonito canto, atrayente y cautivador... un horrendo monstruo, despiadado y cruel... La esperanza es una de las fuerzas motrices más fuertes para el hombre, junto con el amor o el bien. Sin embargo, tiene un hambre insaciable; un hambre que se nutre a sí mismo, retroalimentándose. La esperanza crea ilusiones y el hombre lucha por ellas a la vez que se crea nuevas ilusiones, y al final se convierte en la quimera del propio hombre. ¿Sabes por qué te cansaste? Porque no llegaste a comprender la esperanza, no llegaste a ver su dualidad.
─ ¡Entonces, el mundo debería abandonar la esperanza!
─ Estúpido... no quieras rechazar lo único bueno que os dió pandora. La esperanza no debe abandonarse nunca, sólo hay que saber enfocarla bien. Hay que saber distinguir entre las ilusiones quiméricas y las ilusiones positivas, algo que nunca supiste hacer, joven guerrero. Hay que saber hacer que la esperanza crezca con uno, y no a expensas de uno. Ahora que has aprendido la lección, desaparece.

El guerrero entendió su falta de fuerza, entendió las palabras que el dios de los rayos le había dicho, entendió por qué nunca podría ser un héroe, entendió que a partir de ahora sólo le quedaba habitar el olvido.
Notó un viento fresco en la cara, notó como poco a poco su cuerpo se convertía en arena, como cada grano era arrastrado a un lugar distinto para acabar dispersos en el destino final de todos aquellos que se rinden: el infinito desierto del olvido.

Paz, amor y lecciones tardías...

sábado, 14 de agosto de 2010

Ilusionismo

El joven se acercó al mago y clavó sus ojos en las cartas.

El mago, mirando al público, desencadenó su juego de manos, moviendo los dedos rápidamente, contrayendo y estirando sus falanges a una velocidad imposible de seguir.

Cuando el truco finalizó el joven se acercó al mago y le dijo al oído:
—Lo he entendido todo, ya sé cómo realiza usted el truco.

El mago lo miró sorprendido:
—Así que por fin alguien lo ha entendido, ¿eh?— el mago miró suspicazmente al chico— Joven, usted debe estar enamorado, o al menos, debe usted pensar en alguien de manera romántica.
—¿Por qué dice usted éso, señor?
Una leve sonrisa se levantó en la misteriosa cara del ilusionista:
—Porque sólo alguien con la mente dispuesta a soñar es capaz de ver los sueños, sólo alguien capaz de ilusionarse es capaz de comprender las ilusiones.
El chico cambió su expresión, sorprendido.
—No entiendo, ¿insinúa usted que soy un iluso?
El mago rió:
—Nada de éso... aunque supongo que en realidad sí. Pensé que lo habías entendido, chico. Ésto sólamente ha sido una ilusión, un mero engaño a lo que todos creían que era realidad. La gente se ofusca pensando que lo que ven es la única realidad existente y se olvidan de que lo real, a menudo, se escapa a la vista. —El chico cada vez prestaba más atención— Sin embargo, las ilusiones forman parte de la realidad, son una parte muy necesaria, puesto que sin ilusiones nada llegaría más allá de lo imaginado como posible. ¿No sería eso triste? Lo imposible tratado como verdaderamente imposible. Lo posible sólo como abarcable. Al final, chico, lo imposible no existe, y lo posible es tan ampliamente abarcable que se convierte en aburrido... pero las cosas no son así; lo imposible, es sólamente raro, experimentable; mientras que lo posible, simplemente, es aquello que está a nuestro alcance. Lucha por lo imposible, mientras aceptas lo posible, puesto que nunca serás capaz de predecir el futuro y no merece la pena rendirse ante algo que ni siquiera se ha planteado aún. Lucha, chico, lucha por algo imposible; las luchas por lo posible fueron ganadas hace tiempo por gente que creyó en algo más allá.

El chico escuchó pacientemente al mago y finalmente se marchó. Con una sonrisa de duda en la cara, con una mirada interrogativa en los ojos: al final había parecido entender que nada es imposible más allá de su propia imaginación; más alla de sus propios sueños...

Paz, amor e imposibles...

lunes, 9 de agosto de 2010

La lucha del guerrero

El guerrero subió a la cima de la más alta montaña y se postró de rodillas.

El cielo empezó a oscurecerse, las nubes negras cubrían hasta donde alcanzaba su cansada vista y los rayos comenzaron a brillar.
El frío viento movía su revuelto y enmarañado pelo; sucio y sudado.

Encontró el valor en las gélidas gotas de lluvia y lanzó su grito contra el cielo:
—¡Zeus! Ya está. Lo has conseguido. Me rindo.
El cielo estalló con un rayo que se pudo oir varios kilometros a la rendonda. Los que lo oyeron tuvieron la extraña sensación de estar escuchando una carcajada.
—No lo soporto más. Estoy cansado de luchar; para mí la batalla ha perdido su significado.

La voz del guerrero no mostraba miedo, se levantaba de manera clara y potente por encima del rugir de la tormenta. Sin embargo, el tono de su voz resultaba amargo y melancólico.
Una terrible voz se levantó por encima de la del guerrero:

—Vosotros los mortales... siempre tan estúpidos. —No había rastro de sorna ni odio en esta afirmación. Se podría intuir, incluso, un extraño tono paternal en la aterradora voz celestial— ¿Te rendirías ahora que has luchado tanto? Parece mentira que tu seas el guerrero al que tantos poemas han dedicado.

—No busco gloria ni alabanzas. —Respondió el guerrero— Estoy cansado de tanta derrota, pero también estoy harto de las victorias. Simplemente quiero algo de paz. Quiero poder sentarme y mirar al horizonte sin imaginarme enormes ejercitos a los que tendré que derrotar. Mirar al mar sin ver flotas de navíos surcando las aguas. Quiero mirar al cielo sin temer ver el fuego de la batalla. El único fuego que quiero ahora, es el fuego de las estrellas.

—Iluso. No comprendes nada. Los héroes, los verdaderos héroes, son los que hacen brillar el fuego de las estrellas. Y ni yo, ni nigún otro dios, podría jamar tener la osadía de intentar apagar uno de esos fuegos, ni tampoco suficiente poder. Cuando un héroe auténtico muere, enciende el corazón del universo para que su luz pueda seguir iluminando este solitario planeta. Es algo superior incluso a los dioses.

El guerrero se levantó y miró con odio al cielo.

—Yo no soy ningún héroe, nunca he pretendido serlo ni jamás he perseguido ese objetivo. Vosotros, en vuestra arrogancia, elegís a los héroes, les proporcionas vuestra sangre y vuestra bendición. Éso es lo que les convierte en héroes.

Una sonora carcajada inundó el oscuro cielo, haciendo al valiente guerrero estremecerse.

—La sangre de dioses no crea héroes, convierte a humanos normales en excepcionales, pero el verdadero heroísmo está en el espíritu de cada uno. En el espíritu humano. No lo entiendes, el poder no hace al héroe, la superación de la carencia de poder sí. Tú tienes en tus manos la capacidad de convertirte en algo anhelado por muchos hijos de dios. Ni siquiera yo, podría darte o arrebatarte ese poder.

El guerrero se dejo caer en sus rodillas y apoyó sus manos en el suelo. Las lágrimas en su rostro se confundían con las gotas de lluvia que lo recorrían.

—Descarga tu ira sobre mí. Que tus rayos me hieran hasta lo más profundo de mi alma. Que mi espalda quede marcada con las mismas cicatrices que el cielo nocturno cuando tus tormentas lo desgarran. Mutila mis miembros si es lo que quieres pero yo me rindo. Me rindo. No lo soporto más.

Una explosión de luz iluminó el oscuro cielo. Por unos instantes todo quedó blanco. Cuando la oscuridad volvió a abrazar la cima de la montaña ya no había nadie allí.
Esa noche se apagó una estrella en el cielo nocturno, un lucero que no volvería a brillar jamás. Las nubes negras no desaparecieron de la montaña hasta varios meses después, descargando constantemente su lluvia; como si un dios llorara...

Paz, amor y cielos surcados de cicatrices...

viernes, 18 de junio de 2010

Mi reina


Por fin te capturé, reina de los cielos. Por fin te hice mía.
Pero no me malinterpretes, sé que nunca seré tu rey y que tu trono ya está ocupado. No busco tu posesión, pues eres capricho de los giros de la vida, ni tampoco busco a tu hija, la princesa, a la cual también tengo atrapada.
Sólo buscaba encontrate y cazarte, cazarte como cacé al mismísimo cazador hace tiempo y a su peor enemigo. Cazarte como al caballo alado o al majestuoso cisne.
Jamás tendré el control de los cielos, ni reinaré tan alto y lejos como vos, pero podré observarte a pesar de las nubes; podré mirarte incluso cuando descansas tras el horizonte.
Ahora tengo control sobre ti, sin tener capacidad alguna de controlarte. Tengo control sobre algunos de los soles más brillantes de la galaxia sin ser capaz de llegar a ellos. Te tengo y no tengo al mismo tiempo.
En noviembre, cuando tu rostro sea más nítido y claro, volveremos a vernos y volveré a buscarte. Hasta entonces, reina con la paciencia que te otorgan los eones y cuida de una hija que guarda en sus manos una galaxia entera.
Hasta entonces...

Paz, amor y reinas celestes...

lunes, 14 de junio de 2010

Sobre las felicitaciones


Es curioso que tras toda una vida de logros y fracasos. Tras momentos de tristeza absoluta y felicidad plena; uno se de cuenta de que no tenía ni idea de lo que estaba buscando.
Apoyo, respaldo, admiración, complicidad, felicitaciones, insultos, gritos o halagos... Da igual lo que recibas, en el fondo da igual. Si cuando haces las cosas mal la gente no se siente complacida con tu trabajo, es normal.
Sería algo extraño que sucediera lo contrario, ¿verdad?
Sin embargo, parece que cuando hacemos las cosas bien, buscamos palabras bonitas, consuelos y apoyos. ¿Por qué? Si nuestro trabajo es hacer las cosas bien, por qué deberíamos esperar palabras amables al finalizar los mismos de manera satisfactoria.
Durante el proceso de trabajo, en los momentos difíciles, es posible que un empujon positivo ayude, sin resultar siempre necesario; pero al final del proceso, ¿recordaremos las palabras amables que nos ayudaron o recordaremos las contrarias?
Puede que una vida de falta de apoyo y aficiones extrañas me hayan hecho insesible a estas cosas; o, por lo menos, insensible a ciertas personas, no lo se.
Sólo sé que ahora no necesito felicitaciones.

Paz, amor y felicitaciones...

El capitán


Por fin volvernos a encontrarnos. Cara a cara. Tú y yo solos.
Ha pasado tanto tiempo que temía haber olvidado tus rasgos, también tenía miedo de que te hubieras olvidado de mí; en realidad supongo que nunca me tuviste en demasiada consideración...

He echado de menos tu frío e inabarcable abrazo que tantas noches me acompañó en secreto a la luz de una luna aún más fría que el hielo.
Echaba de menos compartir mi soledad contigo, aunque me hicieras sentir más solo que al principio; la amargura compartida puede ser tan dulce y a la vez tan amarga.
Como amargos eran tus besos, besos gélidos en lo más oscuro de la noche o juguetones y brillantes besos al sol del mediodía, románticos al caer la tarde y otra vez fríos a la luz de las estrellas.
Estrellas que se reflejan en tu piel haciéndote tan sublime, tan irresistible... cómo no iba a caer yo rendido a tus influjos, cómo resistirse a tu melodioso canto y a la armonía de tu baile.
Era joven cuando nos conocimos, pero tú habías conocido tantas historias ya...
Historias alegres y joviales, a veces; pero normalmente invadidas de melancolía, desazón y amargura. Tan románticas... tan atrayentes...
Cómo no quedarse prendado de tanto romanticismo. Vivir lo que tantos antes han vivido, y morir lo que nadie se atrevió a vivir.

Llegan ya trazas de tu aroma a mis sentidos, un aroma que me envuelve, me rodea y no me deja escapar. Un aroma que puede sentirse en la piel, en los ojos y en la boca.
Valiente y noble fue mi corazón en otra época y poco a poco le quitaste la fuerza y la esperanza para convertirlo en esclavo de tus sonidos. Pero no te culpo, poco a poco empiezo a entender que tu destino y el mío están ligados y lo estarán para siempre hasta más allá de la muerte.
Cuando el ocaso de mi vida llegue, me dejaré guiar por los fuegos de San Telmo y siguiéndolos iré a buscarte y encontraré lo más profundo de tu ser para allí morir rodeado de tu compañía. Rodeado de soledad.

Paz, amor y platonismos...

viernes, 4 de junio de 2010

¿Por qué?


Me siguen sorprendiendo las cosas más vanales del mundo. Me sigo dejando guiar por la sorpresa cuando descubro viejos tesoros, enterrados quizás por mí mismo.
Es curiosa la dualidad que existe dentro de cada uno de nosotros... lo que un día nos mataría dejándonos inconscientes en el suelo y envueltos en un mar de duda y remordimientos, otro día nos acaricia con cariño la mejilla, nos besa y nos ofrece un poco más para que el resultado sea completamente distinto al caso contrario.
Y, sin embargo, seguimos adelante. No nos paramos a pensar en la paradoja: lo que nos hace más fuertes un día puede destrozarnos al siguiente. Un paso hacia delante y otro hacia atrás. Un avance nulo en definitiva...
Sigue sorprendiendome la dureza del cuerpo humano, su resistencia y su afán por seguir superándose; contrastada con la debilidad y la rendición que nos invade tantas veces.
¿Nos decidiremos algún día?

sábado, 22 de mayo de 2010

Le llamaban Soledad


Y allí estaba ella, de pie, con la mirada fija en el horizonte.
A sus pies las olas rompían con fuerza contra el acantilado. El viento le daba de frente en la cara, jugando con su pelo, enredándolo... acariciándolo... Pero a ella todo le daba igual, seguía con la mirada fija en ninguna parte.
Muchos creerían que estaba pensando, pero ella lo tenía decidido desde hace tiempo; simplemente disfrutaba el momento.
Él la abrazó por detrás, con todas sus fuerzas, aunque sabía que daba igual. No podía cambiar una decisión que se había tomado tanto tiempo atrás. El viento le molestaba, y las olas tronaban en sus oídos. No estaba cómodo.
Hay quien pensaría que su presencia allí era innecesaria, que era como una sombra en la noche, difusa e invisible. Pero él era necesario.
Ella se giró y le besó. El salitre de sus labios no fue lo que dotó al beso de agriedad, ni el momento ni la situación, ni siquiera saber que desde ese momento ambos pasarían a formar parte de un solo ser.
El aceptó el beso de buena gana. Sabía que no tenía remedio. Absorbió la esencia de ella y la abrazó como nunca nadie podría hacerlo. Ahora eran uno.
De esta manera aceptó él la soledad. Sabía desde el momento en que la vió por primera vez que ocurriría, aunque desconocía el motivo y cuándo sucedería todo.
Pensaba que sería un proceso más lento, pero no se dejó sorprender por la rapidez del momento; ni tampoco por su intensidad.
Él miró al mar una última vez, lo miró con los ojos de ella y lo entendió todo...

Paz, amor y soledades...

jueves, 20 de mayo de 2010


"A mitad del camino de nuestra vida me encontré en una selva oscura, por haberme apartado del camino recto [...]"
Y así, como un perdido Dante en el infierno, me encuentro yo en estas raras etapas de la vida. ¿Qué es el camino y a dónde nos lleva? No creo que nadie sea capaz de responder satisfactoriamente a esta pregunta. En todo caso, cada cual será capaz de dar una respuesta personal, insignificante para otro. Una sutil pinzelada de proyecto que queda como un borrón a la vista de otro artista.
Así nos movemos: sin rumbo, sin esperanza... Sin apenas idea de a dónde nos dirigimos y, sin embargo, no dejamos de andar.
¿Acaso no merecería más la pena detenerse unos instantes, sino a pedir explicaciones, por lo menos a mirar alrededor? Da igual, nos da igual.
Errantes sin destino y sin objetivos. Por lo menos Dante buscaba a su amada, pero ¿qué buscamos nosotros?
El amor o el odio; la felicidad o la tristeza; la satisfacción o la venganza; el dolor o la alegría... todos vanos reflejos en un universo que creemos infinito pero al que ponemos barreras bien limitadas.
No importan nada las andanzas si finalmente llegamos al destino, pero una vez allí, ¿alguien sabrá qué hacer?

Paz, amor y reflexiones nocturnas...

miércoles, 19 de mayo de 2010

=)


Hacía tiempo que algo no me hacía sonreír como un estúpido... esa mueca congelada que desde fuera debe verse ridícula pero que desde dentro significa tanto...

Tiene sentido, supongo, que haya sido una sonrisa la que ha despertado mis músculos faciales, no en vano la empatía mueve (aunque cada vez se note menos) al ser humano.

Supongo que la primavera tendrá también un poco de culpa, pero no es justo culpar a los elementos de las cuitas de uno, ¿verdad?

¿Qué nos ha pasado últimamente para haber olvidado la importancia de estos pequeños momentos?
Poco a poco nos hemos ido olvidando de lo necesario de la vida, sólo por luchar por lo superfluo; no deja de resultar curioso las prioridades que nos mueven día a día.
No recordamos las cosas minúsculas, quizás por estar tan escondidas dentro de la rutina; y, sin embargo, no conseguimos olvidar las cosas que no importan: el dolor pasajero, la añoranza, la tristeza o la desesperación.

Un grito debería resonar desde lo más humano de nosotros, desde lo más profundo de nuestro ser. Un rugido atronador que abogue por la esperanza y que por lo menos despierte los aires del cambio.

Y este clamor, que con una sonrisa empezó, con una sonrisa deberá de acabar: =)

Paz, amor y "pequeñas cosas bonitas"...

domingo, 16 de mayo de 2010

The Raven













[...] Deep into that darkness peering, long I stood there wondering, fearing,
Doubting, dreaming dreams no mortals ever dared to dream before;
But the silence was unbroken and the stillness gave no token,
and the only word there spoken was the whispered word, "Lenore!"
This I whispered and an echo murmured back the word ,"Lenore!"-
Merely this, and nothing more [...]

Por E. Allan Poe, el único escritor que consiguió captar toda mi atención con tan sólo dos frases.

Paz, amor y regresos inesperados...