
Hacía tiempo que algo no me hacía sonreír como un estúpido... esa mueca congelada que desde fuera debe verse ridícula pero que desde dentro significa tanto...
Tiene sentido, supongo, que haya sido una sonrisa la que ha despertado mis músculos faciales, no en vano la empatía mueve (aunque cada vez se note menos) al ser humano.
Supongo que la primavera tendrá también un poco de culpa, pero no es justo culpar a los elementos de las cuitas de uno, ¿verdad?
¿Qué nos ha pasado últimamente para haber olvidado la importancia de estos pequeños momentos?
Poco a poco nos hemos ido olvidando de lo necesario de la vida, sólo por luchar por lo superfluo; no deja de resultar curioso las prioridades que nos mueven día a día.
No recordamos las cosas minúsculas, quizás por estar tan escondidas dentro de la rutina; y, sin embargo, no conseguimos olvidar las cosas que no importan: el dolor pasajero, la añoranza, la tristeza o la desesperación.
Un grito debería resonar desde lo más humano de nosotros, desde lo más profundo de nuestro ser. Un rugido atronador que abogue por la esperanza y que por lo menos despierte los aires del cambio.
Y este clamor, que con una sonrisa empezó, con una sonrisa deberá de acabar: =)
Paz, amor y "pequeñas cosas bonitas"...
No hay comentarios:
Publicar un comentario