Creía que su tristeza venía causada por lo imposible de sus amores, por la desesperación, la falta de esperanza, por su forma idealista de ver la vida...
No le gustaban los posibles, los probables, los quizás y menos aún los seguros... le gustaba lo imposible; se enamoraba de ello.
Así comprendió que su tristeza, su melancólica espera, siempre estaría presente. Y en el momento que desapareciera, sentiría la inexorable necesidad de volver a ella. Sería una persona de mirada perdida el resto de sus días, esperando algo que nunca llegaría.
Ese día, el joven comprendió lo que significaba el romanticismo...
Paz, amor y miradas perdidas...
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