miércoles, 27 de octubre de 2010

El joven

Un día el joven se levantó triste. No es que fuera algo destacable, puesto que en las últimas semanas había tenido con frecuencia estos despertares. Sin embargo, éste era distinto de alguna manera, por alguna razón se sentía más lúcido. Fue entonces cuando se dio cuenta de su realidad.

Creía que su tristeza venía causada por lo imposible de sus amores, por la desesperación, la falta de esperanza, por su forma idealista de ver la vida... Pero esa mañana, cuando despertó se dio cuenta de que eso era precisamente lo que le hacía amar.
No le gustaban los posibles, los probables, los quizás y menos aún los seguros... le gustaba lo imposible; se enamoraba de ello.

Así comprendió que su tristeza, su melancólica espera, siempre estaría presente. Y en el momento que desapareciera, sentiría la inexorable necesidad de volver a ella. Sería una persona de mirada perdida el resto de sus días, esperando algo que nunca llegaría.

Ese día, el joven comprendió lo que significaba el romanticismo...

Paz, amor y miradas perdidas...

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