
Me siguen sorprendiendo las cosas más vanales del mundo. Me sigo dejando guiar por la sorpresa cuando descubro viejos tesoros, enterrados quizás por mí mismo.
Es curiosa la dualidad que existe dentro de cada uno de nosotros... lo que un día nos mataría dejándonos inconscientes en el suelo y envueltos en un mar de duda y remordimientos, otro día nos acaricia con cariño la mejilla, nos besa y nos ofrece un poco más para que el resultado sea completamente distinto al caso contrario.
Y, sin embargo, seguimos adelante. No nos paramos a pensar en la paradoja: lo que nos hace más fuertes un día puede destrozarnos al siguiente. Un paso hacia delante y otro hacia atrás. Un avance nulo en definitiva...
Sigue sorprendiendome la dureza del cuerpo humano, su resistencia y su afán por seguir superándose; contrastada con la debilidad y la rendición que nos invade tantas veces.
¿Nos decidiremos algún día?
No hay comentarios:
Publicar un comentario