miércoles, 25 de abril de 2012

Recuerdos...

Me gustaría llorar, sin razón aparente, sin motivos; para que unas gotas de vida limpien mi rostro.
Me gustaría soñar con lágrimas de lluvia que laven mi alma corrompida por la locura.
Me encantaría creer que no me encuentro solo en esta noche sin estrellas, que una luz iluminará mi camino más allá de lo que nunca deseé.
Pero todo tiene un límite y mis hombros están ya cansados de soportar este peso, de esperar ese beso que no llegará.
Miro a la luna y le pregunto si ella se siente así, si los meteoritos no son más que sus lágrimas, ocultas por la luz del día.
Busco el resguardo de la noche, quizás por miedo al día; miedo a una luz que me ha cegado demasiadas veces.
Mis ojos están cansados, no de llorar, están cansados de ver una realidad que nunca imaginaron, lejos del sueño de belleza y del temor de la pesadilla. Algo completamente distinto e impredecible, que nunca podrán controlar. Una vida de sueños rotos, de ilusiones perdidas por el paso de los años.
Me gustaría sentir unas lágrimas que limpien mi ser, que empapen mi alma de pies a cabeza, que rompan las cadenas que la mantienen atada, sin posibilidad de expresarse.
Sólo busco una salida, una solución compatible con una vida de esperanzas rotas, un sueño de pesadilla soñado despierto.
No lloro en un rincón de mi mundo porque no quiero malgastar las lágrimas de emoción, quiero ser capaz de volar más allá de los límites de la razón, más allá de las barreras del corazón y la mente; allí donde todas las dudas son planteadas y ninguna resuelta.
Vivir más allá del momento, un momento que mata todo el tiempo de vida, que poco a poco drena el sentido de una existencia ya de por sí vacía.
¿Llorarías por mí si decido marcharme?

Paz, amor y recuerdos...

viernes, 28 de octubre de 2011

Rojo fuego

El verano se revolvió dando sus últimos coletazos, luchando por seguir presente en un tiempo que exigía cambio.
Cayó inconsciente. Murió. Se llevo con él la calidez esperanzadora para dejar paso al gris neutro y azulado de los cielos tristes.
La vida empezó su decaimiento, comenzó su período de degradación; la muerte anunciada e inexorable que nos inunda cíclicamente.
Los colores fríos empezaron a ganar terreno, revindicando su presencia en un mundo que había olvidado el significado de la oscuridad.
Días cortos, noches largas. Días húmedos, noches gélidas...
Pero entre la muerte nació la lucha. De lo mustio surgió lo bello. Las verdes hojas de los árboles del estío cambiaron sus uniformes. La guerra había empezado y darían su úlimo aliento hasta perderla. Sabían que perderían. Aún así, se tiñieron de sangre. Sacaron sus colores rojo fuego para dar calidez en tiempos helados, para encender los corazones de los que luchan, a pesar de conocer su futura derrota.
Con esta última batalla, unas simples hojas, nos recordaron lo que es la vida.

Paz, amor y calidez...

miércoles, 27 de octubre de 2010

El joven

Un día el joven se levantó triste. No es que fuera algo destacable, puesto que en las últimas semanas había tenido con frecuencia estos despertares. Sin embargo, éste era distinto de alguna manera, por alguna razón se sentía más lúcido. Fue entonces cuando se dio cuenta de su realidad.

Creía que su tristeza venía causada por lo imposible de sus amores, por la desesperación, la falta de esperanza, por su forma idealista de ver la vida... Pero esa mañana, cuando despertó se dio cuenta de que eso era precisamente lo que le hacía amar.
No le gustaban los posibles, los probables, los quizás y menos aún los seguros... le gustaba lo imposible; se enamoraba de ello.

Así comprendió que su tristeza, su melancólica espera, siempre estaría presente. Y en el momento que desapareciera, sentiría la inexorable necesidad de volver a ella. Sería una persona de mirada perdida el resto de sus días, esperando algo que nunca llegaría.

Ese día, el joven comprendió lo que significaba el romanticismo...

Paz, amor y miradas perdidas...

lunes, 11 de octubre de 2010

La Verdad


Dicen que los actos definen un hombre. Eso es mentira. Habría que precisar mucho más. El objeto de estudio más interesante en las personas es el interior. Por lo tanto, resulta mucho más definitorio lo que alguien no hace para determinar cómo es. Los actos nos dan la apariencia de cómo es la gente; pero lo que no hace... lo que nunca llegará a hacer, si pudieramos saberlo de algún modo, nos describiría de forma fidedigna el interior.

Por ejemplo: Soy un cobarde.
Una afirmación simple, breve y definitoria.

Podría pasar que, a través de la conducta externa, nunca se llegue a apreciar esta característica. Podría incluso parecer que mis actos, contradiciendo a la realidad, son valientes. Lo curioso es que podría pasar que nunca se supiese la verdad; o podría, quizás, conocerse desde siempre.

Habrá gente que diga que uno u otro acto requiere valor: cambiarse de carrera, salir a un escenario, o arriesgar estúpidamente el físico... Pero no creo que estas suposiciones tengan una verdadera base justificada. Se basan en simples apariencias.
Lo más seguro es que la aparente falta de cobardía presente en estos actos se deba más bien a un total desapego a la integridad, bien física o intelectual, de uno.

Pero la verdad, la que subyace y se esconde en lo más recóndito de cada uno, no puede ocultarse de su único observador (aparente). No podemos engañarnos a nosotros mismos.

Paz, amor y (mano caliente/mano fría)...

domingo, 26 de septiembre de 2010

Tributo

Annabel Lee - E. A. Poe

It was many and many a year ago,
In a kingdom by the sea,
That a maiden there lived whom you may know
By the name of Annabel Lee;
And this maiden she lived with no other thought
Than to love and be loved by me.

I was a child and she was a child,
In this kingdom by the sea:
But we loved with a love that was more than love -
I and my Annabel Lee;
With a love that the winged seraphs of heaven
Coveted her and me.

And this was the reason that, long ago,
In this kingdom by the sea,
A wind blew out of a cloud, chilling
My beautiful Annabel Lee;
So that her high-born kinsmen came
And bore her away from me,
To shut her up in a sepulchre
In this kingdom by the sea.

The angels, not half so happy in heaven,
Went envying her and me -
Yes! that was the reason (as all men know,
In this kingdom by the sea)
That the wind came out of the cloud one night,
Chilling and killing my Annabel Lee.

But our love it was stronger by far than the love
Of those who were older than we -
Of many far wiser than we -
And neither the angels in heaven above,
Nor the demons down under the sea,
Can ever dissever my soul from the soul
Of the beautiful Annabel Lee;

For the moon never beams without bringing me dreams
Of the beautiful Annabel Lee;
And the stars never rise but I feel the bright eyes
Of the beautiful Annabel Lee;
And so, all the night-tide, I lie down by the side
Of my darling -my darling -my life and my bride,
In the sepulchre there by the sea -
In her tomb by the sounding sea.

Paz, amor y romanticismo del bueno...

jueves, 16 de septiembre de 2010

Viento estival

Salí a la calle y tomé una profunda bocanada de aire, entonces fue cuando empecé a entender algunas cosas.
Era septiembre, un buen día de septiembre, y el viento era cálido y reconfortante. Venía seco, del interior, y arrastraba un aroma indescriptible, con matices inapreciables para alguien que tan sólo lo respira.
Pero yo no estaba respirándolo, yo me estaba dejando llevar por el aire y me fundía poco a poco en sus suspiros...
Entonces lo noté. Los matices inapreciables, los juguetones aromas, la tierna calidez, todos me eran familiares. Todos me recordaban a lo mismo.
Aquella tarde de septiembre el viento me trajo el aroma que vuela en el viento primaveral, ese viento alegre que recuerda que el verano se acerca, que llena el alma de esperanzas y emociones nuevas. El aire que anuncia la inminencia del cambio.
Pero era demasiado tarde. El verano estaba acabando. El ventoso fantasma confundía mis sentidos para jugarme una mala pasada. Al igual que vino en primavera para anunciarme el estío, llegó en septiembre para avisarme de su final.
Se rió de mis promesas incumplidas, de los planes imperfectos y de los fracasos anunciados. Se regocijó con mis pesares y me envolvió de luto.
Y así, el viento que me había traído el gozo en el pasado, me recordó que todo lo que empieza tiene su final...


Paz, amor y vendavales...

viernes, 10 de septiembre de 2010

Desde ayer hasta mañana

[...]

La horrenda criatura se acercó lentamente al anciano. Se podía observar una repugnante mueca de sufrimiento en la cara de la bestia y un gesto de infinita compasión en el anciano.
El monstruo abrió la boca y dijo:

─ Padre, lo he vuelto a hacer. Nunca podré cambiar, seré para siempre una bestia despiadada...

El anciano sonrió con tristeza, secó las lágrimas a la criatura y le respondió.

─ Hijo, no importa lo que hayas hecho, al final, si quieres cambiar, tienes que recordar esto:
Olvida el pasado, aparta el presente momentáneamente y piensa en el futuro. Piensa en lo que quieres conseguir, en lo que quieres llegar a ser. Ahora, vuelve a pensar en el presente y lucha con todas tus fuerzas por el futuro que has imaginado, lucha ahora.
No te preocupes si fracasas porque, siempre y cuando hayas luchado, podrás volver a olvidar el pasado y comenzar de nuevo. Lo importante es querer cambiar, el cambio acabará llegando.

[...]

Paz, amor y criaturas imaginarias...