miércoles, 27 de octubre de 2010

El joven

Un día el joven se levantó triste. No es que fuera algo destacable, puesto que en las últimas semanas había tenido con frecuencia estos despertares. Sin embargo, éste era distinto de alguna manera, por alguna razón se sentía más lúcido. Fue entonces cuando se dio cuenta de su realidad.

Creía que su tristeza venía causada por lo imposible de sus amores, por la desesperación, la falta de esperanza, por su forma idealista de ver la vida... Pero esa mañana, cuando despertó se dio cuenta de que eso era precisamente lo que le hacía amar.
No le gustaban los posibles, los probables, los quizás y menos aún los seguros... le gustaba lo imposible; se enamoraba de ello.

Así comprendió que su tristeza, su melancólica espera, siempre estaría presente. Y en el momento que desapareciera, sentiría la inexorable necesidad de volver a ella. Sería una persona de mirada perdida el resto de sus días, esperando algo que nunca llegaría.

Ese día, el joven comprendió lo que significaba el romanticismo...

Paz, amor y miradas perdidas...

lunes, 11 de octubre de 2010

La Verdad


Dicen que los actos definen un hombre. Eso es mentira. Habría que precisar mucho más. El objeto de estudio más interesante en las personas es el interior. Por lo tanto, resulta mucho más definitorio lo que alguien no hace para determinar cómo es. Los actos nos dan la apariencia de cómo es la gente; pero lo que no hace... lo que nunca llegará a hacer, si pudieramos saberlo de algún modo, nos describiría de forma fidedigna el interior.

Por ejemplo: Soy un cobarde.
Una afirmación simple, breve y definitoria.

Podría pasar que, a través de la conducta externa, nunca se llegue a apreciar esta característica. Podría incluso parecer que mis actos, contradiciendo a la realidad, son valientes. Lo curioso es que podría pasar que nunca se supiese la verdad; o podría, quizás, conocerse desde siempre.

Habrá gente que diga que uno u otro acto requiere valor: cambiarse de carrera, salir a un escenario, o arriesgar estúpidamente el físico... Pero no creo que estas suposiciones tengan una verdadera base justificada. Se basan en simples apariencias.
Lo más seguro es que la aparente falta de cobardía presente en estos actos se deba más bien a un total desapego a la integridad, bien física o intelectual, de uno.

Pero la verdad, la que subyace y se esconde en lo más recóndito de cada uno, no puede ocultarse de su único observador (aparente). No podemos engañarnos a nosotros mismos.

Paz, amor y (mano caliente/mano fría)...