Sin embargo, todavía hay unos pocos edificios que consiguen mantener este espíritu de unión entre lo natural y lo humano.
Siguiendo una tradición que se remonta varios siglos atrás, esta bodega ha retomado un espíritu que parecía ya olvidado. Con edificios de varios cientos de años, que se remontan a finales del siglo 19 hasta los más modernos diseños.
La bodega, del arquitecto Jaime Gaztelu, está formada por varias bóvedas que forman un espacio unico en un entorno irrepetible.
Buscando siempre la tradicionalidad, el encofrado del hormigón de la bodega ha mantenido las betas de la madera, dándole un toque de originalidad y de tradición a algo tan moderno como el hormigón.
Sus formas curvas crean un espacio, junto con las barricas, que dota de un personalidad única a toda la bodega. Integrado además en el edificio antiguo, cuyos suelos aún se mantienen (reforzados, por supuesto).
Los distintos procesos de elaboración del vino en esta bodega, siguen la tradición más antigua, utilizando las mismas técnicas que se usaban en el Siglo XII, procurando siempre mantener la tradición, algo más que respetable en las fechas actuales.
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