
El sol, ya cansado de recorrer el cielo a lo largo del día, se va retirando poco a poco dejando paso al manto de estrellas que cubre el cielo nocturno. En esos minutos de luz difusa todo brilla de otra manera y los objetos más comunes se dotan de una belleza aparentemente inexistente. La contraluz produce bonitas siluetas recortadas del cielo y hasta el mas tímido destello se refleja en los espejos de la vida.

Los espejos que se encuentran en más lugares de los que pensamos, un coche, un charco, una cristalera... las posibilidades son infinitas.
En estos lugares mágicos las luces juegan a rebotar sobre la superficie y dispersarse por el aire creando juguetonas imagenes en lugares insospechados. Reflejos de una tarde llena de historias y que no volvera a repetirse, puesto que como todo lo bueno en esta vida, no puede haber dos atardeceres iguales. Los colores anaranjados, la silueta de las nubes, los árboles y el paisaje no vuelve a repetirse a pesar de suceder tarde tras tarde, día tras día...
